Macedonia

Escrito por Rebecca Raider


A través de los años he conocido a muchas personas.

Algunas me han dejado hermosos recuerdos en mi corazón y otras me han dejado grandes cicatrices en el alma.

Pero lo importante es que de todas ellas he aprendido algo, ya sea algo que debo imitar o algo que nunca debo hacer.

Por cosas de la vida me vi obligada a dejar la tierra en la que nací y empezar de nuevo en España.

No fue nada fácil, pero después de muchos años aquí encontré un trabajo en una buena empresa.

Sin embargo, lo mejor de mi trabajo son mis compañeras.

Somos un grupo muy heterogéneo, creo que lo único que tenemos en común es que todas somos mujeres, ya que todas somos de diferentes edades, tenemos diferentes antecedentes y somos de diferentes nacionalidades.

Nuestras ideas y valores también son dispares.

Cualquiera diría a simple vista que es imposible generar verdaderos lazos de amistad y cariño.

Pero entre nosotras hay mucho más en común de lo que se puede apreciar a simple vista.

Solo tienen que conocernos un poco mejor y sabrán a que me refiero.

Permítanme contarles un poco de la vida de estas maravillosas chicas de las cuales he aprendido tanto.

GRACE:

Es de nacionalidad venezolana, está casada, tiene 40 años de los cuales 20 ha vivido en España.

No tiene hijos, no porque no los quisiera sino simplemente el destino no se los ha dado.

Ama a los animales, y tiene la fuerza de un huracán.

Esta fuerza, que posee la convierte en una mujer poderosa, capaz de sobrellevar duros golpes.

Tiene 2 trabajos, uno a jornada completa y el otro a media, por lo cual no dispone de mucho tiempo libre.

En el último año se ha tenido que enfrentar a situaciones muy dolorosas una tras otra.

Muertes de seres queridos, también la muerte de algunas de sus mascotas y tal vez una de las más dolorosas, la traición de una persona en la que su confianza era plena.

Pero a pesar de todas estas desgracias, ella sigue impasible haciendo gala de su entereza.

Siempre está pendiente de las personas que quiere. Y además siempre está motivando a los demás para que sigan alcanzando sus metas.

Me encanta lo resolutiva que es, su mente es muy ágil.

La admiro por eso y le agradezco que me impulse cada día a seguir escribiendo.

ANDREA:

Es una chica muy guapa de 24 años y nacionalidad española, es soltera.

Desde muy pequeña su vida fue muy complicada, nació con una cardiopatía muy extraña y tuvo varias cirugías de corazón abierto siendo una niña.

Su madre la crió a ella y a su hermano sin ninguna ayuda.

Pasaron muchas necesidades económicas.

Por esta razón, Andrea es una chica muy consciente de las vicisitudes por las que una madre soltera pasa al criar a sus hijos.

Andrea es una chica muy trabajadora e inteligente, es una lástima que a los 16 años haya tenido que abandonar los estudios para dedicarse a trabajar.

A pesar de eso ella es una chica muy entusiasta.

También es muy esforzada y trabajadora.

PAULA:

Tiene 27 años, es catalana y está casada, además tiene una niña pequeña de 2 años.

Para ella es un reto diario tener que dejar a su pequeña para ir a trabajar ocho horas diarias.

Su esposo también se queja mucho de tener que hacerse cargo de la pequeña mientras ella trabaja.

Ella desea ser una buena madre y tener una vida tranquila. Lucha cada día por lograrlo.

LAILA:

Es brasileña y tiene 30 años.

Es una lectora habida y por eso mismo acumula en su cabeza mucha información.

Cuando su madre emigró a España ella se quedó con su abuela en Brasil.

Hace poco tuvo que enfrentarse a la muerte de su abuela y sé por experiencia propia que perder a un ser querido que se encuentra tan lejos es algo muy difícil de superar.

Estas son algunas de las chicas con las que comparto gran parte de mi tiempo y mi vida.

Compartimos nuestras experiencias y tratamos de ayudarnos unas a otras.

Solo somos un grupo de mujeres trabajadoras, tratando de llevar una vida normal y de cumplir con las exigencias de la sociedad moderna.

El amor por nuestros seres queridos nos da fuerza para seguir dándolo todo cada día y eso es lo que nos une.

Y es por eso por lo que nos parecemos a una Macedonia de frutas.

Cada una de nosotras aporta un sabor diferente a la vida de las otras. Consiguiendo aportar dulzura a nuestras rutinas.

Estoy muy agradecida de haberlas conocido, porque quizás alguna persona piense que solo son mujeres normales, pero yo encuentro extraordinario su esfuerzo diario, sus sacrificios y su lucha.

Quizá cada mujer que se entrega y que deja su comodidad para dar un poco de sí misma es también extraordinaria.

Deberíamos tener todas nuestra Macedonia, yo agradezco ser parte de la mía.